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Raul Santana

 

Meditation on Place
By Raul Santana

In June of 1997, I went to a magnificent Art Madi show at the Centro de Arte Reina Sofia in Madrid. An amazing show if we think that , in this our country, where Madi was born, no such a show has as yet been organized. This is a movement which would mean a real pride for Argentina.
The exhibition was spread out over several galleries and was divided between a pavillon dedicated to early Madi (1945 – 1948) and various other rooms dedicated to Madi’s later artistic works in different countries of Europe, Asia and America.
Among the actual artworks, I inmediately felt a great atraction for the one that belonged to Alejandro Dron: there were small irregular plane shapes, always perforated by a hole that showed the wall. The synthesis of these works talked about a contained sensitivity : no chaotic frenzy emanated from them. On the contrary, we observed the fruit of a huge formal concentration that more than confronted us with a limitless imagination. They proposed a meditation into the imponderable silence that they invoke.
Fortunately, the young artist – who had been a disciple of Gyula Kosice and part of the TEVET group, was present. And who previously I did not know. After the opening we had a long night in Madrid where the simple and meditated elocuence of his expresions kept reminding me the authenticity of his works.
He informed me that he was living in New York and working on a project for a digital museum. In recounting his jewish origin when he explained that the perforations in his works came from the observation of the TABLETS of the Law, where the letters were perforations that went through the stone. It was then that I felt that his works triggered in me feeling of completion: these were like sacred signals. Later I learned that Dron was a student of Kabbalah. For him this provides a source of inspiration for his creativity.
After that night I retained a very clear image of an artist that, far from the random world where we live, far from the cramming multiplication of images to which we are subjugated. He has concentrated on the profound reflection on the shape, time and space. Searching for those traces that unite the roots of his tradition with the present.
The piece that is today presented in Gallery 6 at The Recoleta Cultural Center is a meditation on place. If we refered to what Aristoteles said on the IV Book of Physics: The topos, the space, presents itself as something that has an enormous power and is difficult to understand.
On the other hand, the sculpture is a metaphor. Since the hole that goes through triggers multiple interpretations.
Dron creates a unique intervention thanks to the INSTALLATION of two huge masses, created specifically for the center of the gallery. This not only places us in front of the positive of the mass, but engolfs the totality of space.
The perforation that confronts both irregular masses – that if it wasn’t there it would make the shape of a big cube – makes the letter TET from the hebrew alphabet and allows people to go through the sculpture visualizing both spaces.
Interior topology, exterior topology, light, shadow, closed matter, environment and border engage in a secret dialogue. Depending upon our vintage they generate a constant transformation of the spaces movilizing the subjetivity of the spectator, evolving in time. It is this time that each of us carry which is in play when we VISUALIZE the piece.
Simple and dazling with its vermellion, enigmatic with its movement of a hebrew letter, the sculpture of Alejandro Dron encircles and liberates, makes art of the place through the eternal architectonic play of the full and the empty.

Raul Santana, August 2002. Buenos Aires. Argentina

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Meditación sobre el Lugar

Spanish


En el mes de junio de 1997, asistía la magnifica muestra ARTE MADI, que se llevó a cabo en Madrid, en el Centro de Arte Reina Sofía. Muestra sorprendente si pensamos que aquí, en nuestro país, donde nació MADI, todavia no se ha PROGRAMADO una muestra de semejante envergadura con aquel movimiento que significa un verdadero orgullo para la Argentina.
La exposición ocupaba varias salas y estuvo dividida básicamente entre un pabellón dedicado al MADI histórico (1945 – 1948) y muchas otras salas dedicadas al desarrollo posterior de MADI en distintos países de Europa, Asia y America.
Entre las obras actuales, sentí de inmediato una gran atracción por las del argentino Alejandro Dron: se trataba de pequeñas formas planas irregulares, siempre atravesadas por un agujero que dejaba ver la pared. La síntesis de estas obras hablaba de una contenida sensibilidad: ninguna azarosa fantasía se desprendía de ellas; más bien se observaba el fruto de una enorme concentración formal que más que abordarnos con una desbordante inventiva, nos proponía una meditación en el imponderable silencio que convocaban.
Por suerte, el joven artista – que habia sido discipulo de Kosice e integrado el grupo TEVET, para mi entonces apenas conocido – estaba presente y después de la inauguración tuvimos una larga noche madrileña donde la simple y meditada elocuencia de sus expresiones me hizo pensar todo el tiempo en la autenticidad de sus obras.
Me contó que residía en Nueva York y que estaba trabajando en el proyecto de un museo digital. Me contó su origen judóo cuando me explicó que las perforaciones de sus obras provenían de la observación de las Tablas de la Ley, en cuya piedra las letras son perforaciones que la atraviesan. Entonces sentí que se completaba el sentimiento que en mi habían despertados sus obras: eran como señales de lo sagrado. Supe después que Dron es un estudioso de la Cábala, que para él significa una fuente de inspiración para la concepción de sus obras.
De aquella noche me quedó nítida la imágen de un artista que, lejos del mundo coyuntural en el que vivimos, lejos de la atiborrante multiplicación de imágenes a la que estamos sometidos, se ha concentrado en una profunda reflexión sobre la forma, el tiempo y el espacio en busca de esas huellas que unen las raices de una (su) tradición con la actualidad.
La obra que hoy presenta en la sala 6 del Centro Cultural Recoleta es una meditación sobre el lugar, si nos atenemos a aquello que dijo Aristóteles en el libro IV de la Fisica: El topos, es decir el lugar – espacio – se nos presenta sin embargo como algo que es de un enorme poder y dificil de comprender.
Por otra parte, la escultura constituye una metáfora, pues el agujero que la atraviesa se presta a múltiples INTERPRETACIONES.
Dron realiza una singular intervención mediante la instalación de dos formas enormes, creadas especialmente para el centro de la sala, lo que no solo nos pone frente al positivo del bulto, sino que moviliza la totalidad del espacio.
La perforacion que enfrenta las dos masas irregulares- que de no estar haría de las formas un gran cubo – hace la letra Tet del alfabeto hebréo y permite que la gente pueda atravesar la obra VISUALIZANDO los dos espacios.
Topología interior, topología exterior, luz, sombra, materia cerrada, entorno y límite entablan un diálogo secreto y según el punto desde donde se los mire generan una constante transformación de los espacios, movilizando la subjetividad del espectador, haciéndose tiempo, pues es el tiempo que cada uno lleva el que se pone en juego cuando se visualiza la obra.
Simple y fulgurante con su bermellón, enigmática con su paso de letra hebrea, la escultura de Alejandro Dron encierra y libera, hace arte del lugar con el eterno juego arquitectónico de lo lleno y lo vacío.

Raul Santana, Agosto del 2002

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